viernes, 19 de diciembre de 2014

El Evangelio de la Gracia de Dios - Parte 4


En Romanos 8 cuando Pablo menciona la carne, mayormente (especialmente en el contexto aquí como en Gálatas), él no salta de una definición en otra definición sino que tiene una cosa en su mente.

Por ejemplo, en Gálatas 3 dice que como comenzaron en el espíritu; ahora, ¿cómo comenzamos en el espíritu? ¿vimos al fantasma Gasparín? No. ¿La piel se nos puso como de gallina? No. ¿Cómo comenzamos en el espíritu? Aceptando a Cristo Jesús, poniendo nuestra fe en Él.

Comenzar en el espíritu es comenzar a caminar en fe. Son dos sinónimos, si yo empiezo a caminar en el espíritu, yo empiezo a caminar en fe. 

¿Fe en que cosa? En la obra terminada de Cristo. 

No solo en el hecho que Cristo Jesús es una figura religiosa que tiene una aureola alrededor de la cabeza, su corazoncito que sale y sus manos en posición de oración. No. No solo Jesús siendo colgado en la cruz del Calvario y está todavía en la cruz. No. Él fue crucificado, sepultado, pero también resucitado.

La Biblia dice que Cristo estaba en un lugar donde no se podía ayudar a si mismo. Por esa razón al morir le dice a Dios: “Te encomiendo mi espíritu.” Confiando totalmente en el poder de Dios para resucitarlo.

No podía resucitarse a si mismo. Entra a la muerte sin tener ninguna ayuda suya para subir de la muerte. Pero cuando Él pago el precio total, Dios lo levantó de los muertos.

No solamente lo levantó de los muertos sino lo subió al primer cielo, al segundo cielo, al tercer cielo, y le hizo sentar en los lugares celestiales. 

Esa es la razón por la que en Filipenses 2:9 dice que lo ha levantado hasta lo sumo. 

Y Dios le dio un nombre que está sobre todo nombre. Sobre el nombre de María, sobre el nombre de Buda. Y todos los otros “ismos”, judaísmo, budismo. El nombre que es sobre todo nombre.

¿Cuál es este nombre? El Señor Jesús. Le dio nombre de Señor. Él no es solo Jesucristo, lo conocemos así, nuestro hermano mayor, el capitán de nuestra salvación, nuestro salvador, nuestro redentor, pero también es el Señor Jesucristo.

Una versión dice, en Efesios 1:21-22, que Él está sobre todo principado, sobre toda potestad, y Su palabra es la palabra final.

En Hebreos 1:2 dice que Dios en estos postreros días nos ha hablado por Su Hijo. El versículo 3 dice que por la palabra de Su poder sostiene el universo.

El otro día mi esposa me dijo que había que apagar las luces porque algunas personas habían dicho que debíamos hacer un apagón mundial para salvar el planeta. Pero hay algo mayor que salva el planeta; es la palabra de Su poder, porque Él tiene la Palabra final.

Y esta es la palabra final, si una voz le dice a tus oídos que no tienes las finanzas suficientes; que no puedes, no puedes, no puedes. Hay una voz mayor y esta es la palabra final.

Si una voz te dice que vas a morir de esta enfermedad, hay una voz que es la palabra final. Que dice que Jesús tomó tus enfermedades y llevó tus dolencias. Por sus llagas, por cuya herida ya fuiste sanado.

¡Gloria a Dios! La palabra final.

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