viernes, 12 de diciembre de 2014

El Evangelio de la Gracia de Dios - Primera Parte


Estando enseñando en RHEMA me llamó la secretaria diciéndome que había una hermana que tenía cáncer y los médicos le habían dicho que no podían hacer nada por ella. Ella había estado asistiendo a la Escuela de Sanidad de RHEMA y me pidió tener una cita. 

Mi esposa y yo conversamos con ella y le pregunté: “¿Que está pasando contigo?” (Porque he aprendido que si motivamos a la gente a hablar nos dirá dónde está su fe, que está creyendo, por los que dicen o lo que hacen).

Ella comenzó a decirme que toda la noche estaba confesando la Palabra de Dios y que toda la noche estaba reprendiendo a Satanás; además me dijo que cuando estaba manejando y se le cruzaba un carro se molestaba con la persona y le decía inmediatamente al Señor: “Perdóname, perdóname.”

Con estas tres cosas ella me indicó lo que realmente le estaba estaba pasando; estaba en un programa de obras tratando de conseguir de Dios lo que la Palabra de Dios dice que es nuestro. 

Y ella hablaba de reprender a Satanás, pero nuestro enemigo ya está vencido; ya ha sido derrotado y no hay lugar que diga que debemos luchar con él. Tenemos una lucha pero es una buena. En 1 Timoteo 6:12 Pablo le dijo a Timoteo que pelee la buena batalla de la fe y que eche mano de algo, de la vida eterna. Pero ella me decía que estaba reprendiendo a Satanás como si Satanás estuviese impidiendo su sanidad.

Igual con lo que le pasaba en la calle cuando se molestaba; porque ella había sido enseñada que la fe no funciona sin amor. Por eso ella caminaba en amor todo el tiempo porque si se salía del amor su fe dejaba de funcionar.

Y todo esto es un programa o una forma de obrar para merecer.

Entonces mi esposa y yo hablamos con ella y la primera cosa que le dije es que íbamos a orar por ella pero había una cosa que tenía que prometerme, que primeramente tenía que dejar de hacer todas estas cosas y reposar en la obra terminada de Cristo Jesús.

Entonces hablamos con ella un rato y oramos por ella.

Durante el año estuve preguntando por ella y tristemente una persona me dijo que había vuelto a su ciudad, en otro estado y que había muerto.

Entonces yo pensé: “Que lástima, porque si hubiera estado desde el principio del año, hubiera tenido tiempo para conversar con ella porque la sanidad es para todos.”

Pero el primer día, la primera, mañana, después de enseñar la primera clase de misiones, una mujer se me acercó y preguntó: “¿Tú me recuerdas?” Le dije: “No creo;” y ella me dijo: “Yo soy la mujer que tenía cáncer el año pasado. Iba a morir, pero ya no tengo cáncer y estoy estudiando el Segundo Año de RHEMA.”

¡Gloria a Dios! ¡Qué bueno es nuestro Dios! ¡Qué buena es Su Palabra! ¡Qué excelente la obra de Cristo Jesús!


Continuará

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